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"EL LUGAR VACÍO"

Sinopsis. 

'El lugar vacío" cuenta la historia de cómo quince familias, víctimas de la violencia en Colombia, abren las puertas de su casas para reunirse con quienes asesinaron y desaparecieron a sus seres queridos. El motivo del encuentro es la oportunidad para que los victimarios soliciten el perdón por sus crímenes, mientras que los familiares dan a conocer las consecuencias de los delitos de lesa humanidad y cuentan de qué manera la desaparición forzada y el homicidio destruyen no sólo una vida sino familias y comunidades enteras.  Con esta serie de fotografía documental se pretende ofrecer un testimonio donde el perdón, la reconciliación y la esperanza de No Repetición se presentan no como una lejana expectativa sino como un proceso viable y urgente para concluir con el circulo de la violencia que sigue sustentando tragedias que no deben repetirse.  

 

Más horas para la reconciliación y menos minutos de silencio.

En medio de un morichal conocí al ex-paramilitar Luis Arlex Arango, alias 'Chatarro'. Estaba en busca de la fosa clandestina donde reposaban los restos de una mujer que él mismo había asesinado. Vestía camiseta negra y pantalón oscuro pero fue su gorra la que llamó especialmente mi atención. La estampa del Che Guevara aparecía contradictoria y creaba una pequeña sombra sobre su rostro. Aquella leve oscuridad cubría sus ojos y me invitaba a imaginar las tinieblas en las que vivió tanto tiempo ejerciendo su labor como jefe de sicarios.

 

Cuando comencé a conversar con él, pude ver a un ser con una necesidad especial por contar su historia. Una historia que como bien lo dijo en aquél momento quería contar para que nadie más la volviera a repetir.   Pasó el tiempo y la hora de trabajar con la memoria de Luis Arlex Arango se acercaba un poco más. Otra diligencia de exhumación era el punto de encuentro pero ahora estaba acompañado de su antiguo jefe Manuel de Jesús Piraban. 'Don Jorge' o 'Pirata', como conocían al cabecilla de las autodefensas en la zona de los llanos colombianos, buscaba a una de sus víctimas desaparecidas, tenía una pala en la mano y estaba cavando un hueco de exploración por su propia voluntad. En medio de esa selva, testigo de tantos homicidios, se desarrolló una nueva conversación. Comentamos la viabilidad de concretar un encuentro con las víctimas y de esta manera iniciar un proceso de perdón hacia la reconciliación. Luego de varias reflexiones aceptaron la propuesta. El siguiente paso fue seleccionar a las víctimas que más pesaban en la conciencia de cada uno, aquellas en las que las autodefensas habían sido especialmente crueles e indolentes. 

 

Lo que sucedió después es la mejor parte de la historia ya que a través de la memoria de estos dos exparamilitares logramos conocer a sus víctimas. Estos colombianos y colombianas son los que dan el verdadero punto de enfoque en este proyecto. Son el testimonio de sabiduría y humildad que muchos deben conocer. Dejar entrar a su casa a el verdugo que les causo tanto daño, es una decisión que sólo un pueblo, cansado de tanta guerra absurda, está dispuesto a tomar.  

 

El Encuentro que estaba programado para durar una hora terminó ocupando su propio tiempo y espacio. Era una oportunidad para que las personas que han hecho daño y los que lo han sufrido se conocieran y escucharan. Como bien lo expresaron las víctimas: 'era el momento de poner cara al dolor y expresar las palabras que seguían ocultas en el interior del alma, de lo contrario terminarían de cocinar, con el odio y el resentimiento como ingredientes principales, el manjar preferido de la violencia: la venganza'. 

 

Los textos, las fotografías y el esfuerzo que acompañan esta experiencia son, al mismo tiempo, un homenaje y un instrumento de memoria. Nunca he visto asesinar a nadie pero puedo imaginar que el último reclamo de las víctimas fue misericordia y piedad. Son sus seres queridos, sobrevivientes del delito y la pérdida, quienes usen las palabras adecuadas, para dar eco a esa última voz, y restaurar la dignidad arrebatada.   'Chatarro' y 'Pirata' tienen como mínimo cuatrocientas víctimas en su conciencia. Esto es un mínimo de cuatrocientas personas con sed de venganza en Colombia. Por ahora es seguro que quince de estas cuatrocientas víctimas van a pensarlo muy bien antes de permitir que el ciclo de la violencia y la venganza inicie de nuevo. Con este proyecto se publica un homenaje a los que no tuvieron una segunda oportunidad, a ellos les debemos menos minutos de silencio y más testimonios de reconciliación.

 

Texto: José Luis Rodríguez Maldonado  

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